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lunes, 27 de febrero de 2012

CASAS Y PALACIOS DE LA CIUDAD DE LOS PALACIOS



 
Casas y Palacios de la Ciudad de los Palacios




Poco tiempo después de la conquista de Tenochtitlan se fundó la Ciudad de México. La nueva traza, creada por Alonso García Bravo en forma de retícula sobre la traza de la ciudad prehispánica dio origen a una urbanización vanguardista, diferente a las viejas ciudades que hasta entonces se habían realizado en Europa y España.

Inmediatamente después, comenzó, el reparto de amplios solares a los conquistadores españoles mas destacados y dio inicio la construcción de grandes casas.
Durante el siglo XVI, las difíciles condiciones en las que se había dado las cruentas luchas entre indígenas y españoles provocaron que las primeras casonas levantadas en la nueva ciudad por los españoles tuvieran características defensivas. De esas primeras casas de grandes patios y espaciosas habitaciones construidas en el centro de la ciudad no queda ninguna, se dice que eran recias y sobrias, de altos y gruesos muros, comunicadas al exterior por fuertes y pesados portones de madera enmarcados por bellas portadas renacentistas.

Con el paso del tiempo y la consolidación de las riquezas de las familias de algunos poderosos conquistadores o de afortunados comerciantes y mineros, aunado al mal estado de algunas de las casas ocasionado por los fuertes temblores y las constantes inundaciones, llevaron a sus habitantes a reconstruirlas, adquiriendo éstas nuevos elementos arquitectónicos y decorativos que mostraban la importancia y el origen de sus moradores.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII la ciudad de México se verá constantemente embellecida con nuevos y suntuosos palacios y templos construidos por los arquitectos de mayor fama y renombre que utilizaron el repertorio formal arquitectónico existente, sin límite alguno, dando vuelo a la imaginación en sus exuberantes decoraciones barrocas sobre los vistosos muros del rojo y aterciopelado tezontle con vistosos remates de afiligranados encajes de gris cantera.
De la misma forma se levantaron majestuosos palacios, edificios de gobierno y templos que engalanaron el perfil de la ciudad.
Es así, que podríamos decir que no existía calle o plaza alguna de la Ciudad de México que no estuviera engalanada con una majestuosa casa o palacio, que motivó a que alguien admirado por el número y su majestuosidad la llamara la Ciudad de los Palacios.


Detrás de las exquisitas fachadas de estas Casas y Palacios se abrían excelentes y amplios patios rodeados de bellas arcadas formados por esbeltos pilares, columnas y fuentes ricamente labradas. Alrededor de los patios y sus majestuosas escaleras se abrían entre sí los maravillosos salones, habitaciones y capillas que aun nos permiten transportarnos e imaginar la forma de vida y costumbres cotidianas de sus habitantes.
Casas como la Casa del Marquesado del Valle de Orizaba (Casa de los Azulejos), del Conde de Xala, del Conde de Jaral de Berrio (Palacio de Iturbide), de San Mateo Valparaíso, de Santiago de Calimaya o el de Heras Soto y palacios como el de la Santa Inquisición o el Palacio del Ayuntamiento entre otros, nos muestran la destreza y el ingenio de sus hábiles constructores en cada uno de sus vistosos detalles.
Visitarlas y conocerlas, nos permitirán introducirnos y comprender parte de nuestra historia, vasto patrimonio y rica cultura.


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