Sobre el tráfico nocturno de nuestra gran capital, suelen escucharse lamentos de este lego fantasmal que recorre las cercanías de la Santa Veracruz, pidiendo ser castigado, ¿Quién sería capaz de azotar a esta alma en pena que se asegura desde hace siglos vaga por aquí? La historia de este hecho sobrenatural y aterrador, comenzó en los primeros tiempos de la Colonia, siendo la iglesia de la Santa Veracruz una de las primeras construcciones de la época; su primer sacristán el lego Crispín González Bretón, a quien recibió fray Juan de Toledo encargado del templo.
En el lugar, todavía hacían falta muchas cosas por hacer para tener orden, por eso los frailes y el lego se dispusieron a colocar el famoso Cristo del Perdón, que regalara a la iglesia Hernán Cortés, y que aún puede verse en este templo, finalmente después de una ardua labor, el Cristo quedó en su lugar; después había que seguir colocando más imágenes, pero al desempacar una de estas, se dieron cuenta de que un ángel había sufrido un deterioro, a lo que el lego se ofreció a repararlo.
Transcurrieron los días y semanas, y el lego se ocupaba de sus deberes como sacristán, y hay constancias de que nunca hubo motivo de queja contra él y de los frailes encargados de la iglesia. Un día el religioso dio la sorpresa a fray Juan Antonio y a fray Juan, mostrándoles la talla de un ángel que había hecho, a los primeros les extrañó de sobremanera de que el escultor no hubiera seguido avanzando en sus labores religiosas, pues el argumentaba que su espíritu era débil, así los frailes comprendieron que el lego tenía motivos para no haber seguido el camino del sacerdocio.
Con el paso del tiempo, la iglesia era muy visitada por las damas y caballeros hispanos, y mucho llamaba la atención de los fieles el ángel tallado por el lego González de Bretón, y los frailes dándose cuenta de ello, una noche lo mandaron llamar para que confeccionara una imagen de la Virgen Dolorosa, que llevarían en procesión durante los festejos dela Semana Santa hasta el Templo del Calvario.
Una vez que hubo conseguido la madera de cedro blanco, el lego escultor se dedicó a su tarea, pero al llegar al rostro de la Virgen, se encontró con la pequeña dificultada de ¡no recordar el rostro de la imagen! A partir de entonces el religioso se la pasó largas horas delante de la escultura inconclusa, noches y días se pasó con las herramientas en la mano, sin atreverse a moldear la carita. Al fin un día, cuando el tiempo se le venía encima, ocurrió el hecho que desencadenó los acontecimientos que formarían esta leyenda.
El lego vio asombrado el rostro excepcional de una mujer que oraba frente al altar del Cristo del Perdón, la dueña de ese rostro dulce y bello era doña Catalina, y fue esposa de don Felipe Bracamontes Castillejos; desde ese momento el religioso comprendió que aquella dama debía ser su modelo, comenzando a seguirla desde ese día. Durante las misas no quitaba los ojos de doña Catalina, tratando de grabarse su rostro; y una mañana cuando el lego comenzó a tallar el rostro de la Virgen, que no era otro que el de la dama, pero le faltaba el toque final: sus hermosos ojos.
Entonces se le ocurrió algo que nunca se hubiera imaginado: espiarla en su casa; y esa misma noche pudo llegar hábilmente a la azotea del edificio frontero, desde donde se puso a espiar a la mujer, pero no tenía allí media hora, cuando vio que un caballero escalaba la ventana.
Furioso el religioso bajó de su escondite y corrió hasta el taller, dispuesto a destruir el rostro de la Virgen, pero cuando levantaba el martillo, recapacitó al contemplar el trabajo plasmado en su escultura, y se cuenta que desde esa noche vio perturbada su mente y asaltada su alma por mundanos pensamientos. El viernes siguiente por la tarde el lego volvió a ver a doña Catalina, pero esta vez estaba llorando, entonces los ojos del lego se posaron en el cristo del Perdón y habló casi sin darse cuenta, pidiéndole que los pecados de la mujer se los pasara a él.
Finalmente el religioso terminó la escultura de la Dolorosa, y cargando una petición al Cristo del Perdón, los frailes contemplaron su rostro, que les recordaba a alguien, se olvidaron del asunto y llevaron a la virgen en procesión; fieles y religiosos se aglomeraron para dar comienzo al evento, y cuenta la leyenda que la bella y frívola Catalina, advirtió con agrado el enorme parecido que el rostro de la virgen guardaba con ella, y no falto quienes consideraran como un sacrilegio el hecho de que el escultor hubiera tallado el rostro de la dama para la Virgen.
Y la mujer halagada en su vanidad, acudió al lego para felicitarlo, y en agradecimiento lo invitó a cenar a su casa. Tres noches más tarde cenaba el religioso en casa de la pecadora, quien había advertido la admiración y el deseo que despertaba en él, coqueteando bien y bonito.
Después de aquella invitación, el lego visitaba con frecuencia a la dama, que ya poseída por los demonios había planeado conquistarlo, hasta que finalmente hizo tropezar al religioso, convidándolo de terrible pecado; y fue tanto el amor, la pasión que en él despertó la pecadora, que este insistió ante el Cristo del Perdón pagar las culpas de ambos. Finalmente ella se cansó del lego y lo alejó con mentiras piadosas, y después con escarnios y burlas. Después tuvo noches de tormento, bulléndole en su cerebro horribles ideas, que desembocaron en un vulgar crimen pasional.
Si bien es cierto que tratóse de guardar reserva sobre el escandaloso asunto, los detalles de los amoríos de Catalina con el religioso, del conocimiento fueron de toda la Colonia. El pobre lego fue juzgado, llevando minuciosa relación de lo sucedido, y finalmente se pronunció la siniestra sentencia: sería sometido a tortura para expiar sus pecados y después sería quemado en leña verde; el cadáver de la pecadora sería enterrado en tierra maldita y su cuerpo azotado 80 veces con soga mojada en sal y vinagre. Al condenado se le colocó su hábito negro de penado y se le encerró en una celda de la cárcel de la Corte; once días después el carcelero notó que la celda estaba vacía, pero lo más curioso fue que el cadáver de ella también había desaparecido.
Durante meses ambos fueron buscados inútilmente, y al fin una noche la ronda descubrió al lego en el campanario de la mismísima iglesia de la Santa Veracruz. Rápidamente los soldados fueron a aquel sitio para detenerlo, pero cuando llegaron al campanario, solo hallaron la soga que se balanceaba al compás de badajo, entonces escucharon proveniente de las escaleras carcajadas burlonas, siguieron el ruido hasta que llegaron a una puertita que se encontraba muy escondida; se dispusieron a ir y se dieron cuenta de que estaban en la entrada de un túnel oscuro y macabro, y como era de noche los guardias decidieron venir a investigar cuando hubiera luz de sol.
Al día siguiente, con antorchas y faroles los soldados y el capitán recorrieron el túnel, si encontrar al lego, hasta que finalmente llegaron a la salida, habían pasado por debajo del sitio que hoy ocupa el hemiciclo a Benito Juárez. Intrigados los soldados por la desaparición del religioso, decidieron montar guardia día y noche en la puertita escondida y a la salida del túnel, estuvieron por varios días, sin que apareciera por allí la figura del lego.
Transcurrieron así cuatro años, ya nadie se acordaba del reo prófugo, hasta que una noche se apareció un religioso con la cabeza totalmente cubierta y con una soga en la mano, quien le pidió a un transeúnte que le diera los 80 azotes por los que andaba penando en este mundo desde hace varios años; y como era de esperarse, el peatón salió huyendo como alma que lleva el diablo.
Aquella horrenda aparición se les presentó a varios caballeros desde entonces, y una noche pasó ante la iglesia un tipo llamado Bernáldez, que tenía fama de ebrio y de canalla, y un día tuvo el tino de pasar cerca de la iglesia y escuchó aquella petición de ultratumba, a lo que este hombre aceptó encantado de la vida. A los veinticinco azotes el hombre se detuvo, pues pensó que el raquítico religioso no sobreviviría, pero cuál no fue su sorpresa cuando vio su rostro descarnado.Al día siguiente encontráronse el cadáver del Bernálvedez recargado contra el muro del lado sur de la iglesia.
Durante varios años la espantable y aterradora figura se apareció por los alrededores del templo, llegando incluso hasta la época porfiriana, y estos se vuelven más frecuentes antes o después de la Semana Santa. Muchos aseguran que hoy sigue penando, y hay todavía varias preguntas que siguen sin ser contestadas: ¿El lego se robó el cadáver de su amante?, ¿Cómo logró escapar?, ¿Cómo se alimentó durante su vida en los tenebrosos túneles?
Son preguntas que se contestarían si el lego hubiera sido detenido. ¿Les gustaría investigarlo? Entonces los invito a que vayan en busca del espectro, quizás se topen con él. ¿Podrían aplicarle el castigo a ese ser ultraterreno para que deje de penar? ¿No? Mientras lo piensan,