El arte a inicios del siglo XVII
1730 – 1781

El esplendor del barroco de Juan Correa y Cristóbal de Villalpando estaba aunado al auge socioeconómico de la Nueva España. Hacia 1720, México había desarrollado una economía mercantilista que propició una vasta construcción de edificios religiosos. La Iglesia poseía una base económica poderosa para encargar obras de gran formato, lo que causó que el barroco tardío fuera un estilo representativo de la idiosincrasia mexicana. Sin embargo, el clímax barroco termina con estos artistas, al avecinarse un periodo de transición pictórica representado por los hermanos Nicolás y Juan Rodríguez Juárez.
Árbol del Bien y del Mal,
Cristóbal de Villalpando

El apogeo mercantilista en el siglo XVIII generó muchas peticiones de cuadros por parte de la Iglesia, lo que ocasionó obras mediocres. Hubo falta de gusto y criterio artístico en los ilustrados, el clero y los clientes. La urgencia por poseer y decorar las nuevas construcciones ocasionó una pintura sin estudios previos a la creación. Hubo, sin embargi, algunas de gran mística y fervor religioso, así como de índole social.
Santa Rosalía,
Nicolás Rodríguez Juárez

Retablo de San Isidro,
Antonio de Torres
Los artistas: Nicolás Rodríguez Juárez

Transfiguración,
Nicolás Rodríguez Juárez
Los artistas: Juan Rodríguez Juárez

Coronación de la Virgen,
Juan Rodríguez Juárez
Los artistas: José de Ibarra

Regreso de Egipto,
José de Ibarra
Los artistas: Miguel Cabrera

La Virgen de Guadalupe,
Miguel Cabrera
A través de la influencia de su maestro Ibarra, su pintura era afín a Murillo en cuanto a la intención de querer superar el religiosismo inquisitorial del siglo XVII. En términos pictóricos se distinguió por popularizar una idealización de la vida en el mundo terrenal y en el otro, mediante una armonía entre los artistas y los estamentos eclesiásticos. Así, Cabrera expresa este sentido de idealización materializado en figuras de gran belleza dentro de los preceptos ideológicos de la devoción de Santos y Vírgenes.
La Virgen y el Niño,
Miguel Cabrera
Los temas: la pintura de ánimas

Alegoría de la Preciosa Sangre de Cristo,
Miguel Cabrera
Los temas: la muerte
Aunque son pocas las expresiones artísticas sobre la muerte, hay importantes obras coloniales. Existe un interesante políptico popular y anónimo, que consta de seis hojas con diversas escenas que aluden a la muerte de un personaje. En la escena del destino y el origen del hombre, aparece un grabado referido a las tres Parcas, en este caso esqueléticas: Láquesis, que señala la hora con la hoz; Átropos, que toca la campana, y Cloto, que apaga la vela como símbolo de la vida.
de Políptico de la Muerte, Anónimo

Los temas: pintura de castas
Es uno de los temas más conocidos del arte colonial mexicano y es un subgénero originado en la Nueva España. Las pinturas muestran una pareja y su hijo en diversas actitudes, ámbitos sociales, vestidos y comportamientos. La pareja se deriva de las tres razas más importantes de la Nueva España: la blanca, la indígena y la negra. El español es la figura que más aparece en estos cuadros, y que se une a la negra o a la india para formar un mulato o un mestizo. Es común que se incluya una naturaleza muerta, a veces con letras indicadoras de cada verdura o fruta.
Pintura de castas,
Miguel Cabrera
Los temas: pintura popular

Cristo de Santa Teresa, Anónimo
Ecce-Homo, Anónimo
Los temas: el retrato
El retrato está presente desde los inicios del arte colonial y representaba a obispos, miembros de la Inquisición y religiosos de alto rango. Hacia el siglo XVIII hubo cambios en la forma de retratar y en los temas, ya que se incorporó a los comerciantes y los mineros. Las características formales son tres cuartos de perfil, de busto o de cuerpo entero. Los personajes portan un objeto en una mano mientras la otra se apoya en algún mueble. Están rodeados de objetos o insignias que indican su posición social y riquezas. La cortina del fondo es de uso generalizado, de acuerdo con la moda europea. Finalmente, se pintaba una cartela con la información del personaje.
Diego Vargas Calderón
Había también retratos de familias enteras, así como de mujeres, niños y monjas. A las familias se les pintaba junto a una advocación religiosa. El retrato de mujeres era sobre todo de damas de la aristocracia, así como de algunas mujeres indígenas vinculadas a caciques, y se les representaba con sus mejores galas, enjoyadas y embellecidas. Algunas portaban finos accesorios como perlas, collares y relojes, sin que faltase la elegante y talqueada peluca. Los niños eran representados como pequeños adultos, y algunos se retrataban muertos, con las vestiduras muy detalladas más que sus características físicas.


Condesa de San Mateo de Valparaíso
y Marquesa del Jaral de Berro,
Andrés de Islas
Doña María de la Luz Padilla
y Cervantes, Miguel Cabrera
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