Pues ahora han salido más irregularidades a la construcción. Pablo Escudero, presidente de la Comisión de la Función Pública, anunció que la licitación para hacer la obra se dio de manera ilícita. De acuerdo con el diputado, el gobierno federal le otorgó la concesión a la empresa Gutsa, la cual se encontraba en ese momento inhabilitada por malversación de recursos. Además, la compañía constructora presentaba un conflicto de intereses por parte del arquitecto Juan Alberto Bravo, coordinador de la edificación. Bravo era empleado de Gutsa cuando se otorgó la licencia en 2009.
Sin embargo, Escudero exime de responsabilidades a Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública. Recordemos que la SEP asumió las riendas de los festejos del Bicentenario a mediados de 2010, tras la mala administración de la Secretaría de Gobernación. Por esa razón, el legislador afirma que Lujambio fue víctima de un engaño por parte de Bravo, quien gestionó todo a su favor para embolsarse unos cuantos millones. Por ejemplo, ahora resulta que el acero y el cuarzo no son importados, sino que los proveedores son mexicanos… pero con los mismos precios.
Al final, Estela de Luz se convertirá en uno de estos megaproyectos que sólo sirvieron para malgastar el dinero y enriquecer a unos cuantos ladrones. A mi me ha recordado a la Biblioteca Vasconcelos y su ya merito, otra de las obras magnánimas que terminaron por aventar millones de pesos por el retrete. Bienvenido otro monumento a la malversación de fondos, a la codicia extrema; otra lujosa espina clavada en el corazón del país.
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