
En prácticamente todos los correos que aparecen en las páginas electrónicas de diversos diarios que contestan al Cardenal Norberto Ribera, respecto a su más reciente declaración: "Ante el aberrante juicio de constitucionalidad que avala la inmoral reforma de ley que permite las uniones entre personas del mismo sexo –abusivamente llamado matrimonio-, por parte de laSuprema Corte de Justicia de la Nación, la Iglesia no puede dejar de llamar el malal mal", le recuerdan a Rivera muchos hechos aberrantes que ha cometido la Iglesia, especialmente en relación al caso Maciel. Por ejemplo, un cibernauta anónimo, le dice: "Más aberrante es tener padres pederastas y violadores y que la misma Iglesia los proteja e incubra". Otro, le recuerda: ABERRANTE: Sacerdotes que abusan de niños. ABERRANTE: Sacerdotes que protegen a los que abusan de niños. ABERRANTE: Que tengan estómago para cubrir agresores de niños y señalen como aberrantes las decisiones tomadas por adultos libres. Otro más opina: Aberrante que haya curas pederastas, que los proteja la misma iglesia, que haya civiles que todavìa los defienden y que no haya autoridad que aplique la ley para castigarlos, eso si que es aberrante. No los conté todos porque eran muchos correos todos ellos negativos hacia lo poco que queda de la Iglesia, pero lo que resulta evidente es que ya nadie cree en Norberto, pero que tampoco nadie lo quiere (seguramente los únicos que asisten a sus homilías, han de ser los reporteros, para reportear sus aberraciones).
A propósito de todo lo anterior, quiero citar al novelista mexicano, Vicente Riba Palacio, uno de los grandes liberales del siglo XIX, época en la que ya estaba en entredicho la moralidad de la Iglesia católica. En su ensayo "De la historia de la religión cristiana", escribió lo siguiente:
"Varios siglos ha presenciado la humanidad estupefacta el ahínco impuro con que el sacerdocio romano ha inventado métodos para explotar a su ignorante y desgraciado gremio, las ideas más ridículas, las más extravagantes preocupaciones, la locura heroica de las generaciones de la edad media, todo, todo le ha parecido bueno con tal de llenar de oro, por su medio, sus arcas que, como el tonel de las Danaides, entre más reciben más vacías están… Para evitar que se derrumbara un edificio que tanto trabajo le había costado construir, la curia romana lo amparó con el celibato de los sacerdotes y la Inquisición. El celibato que, separando al hombre de la sociedad, no lo hace extraño sino lo convierte en su enemigo".
Sin duda uno de los grandes "enemigos" de nuestra sociedad, fue el padre Maciel, desde ahora llamado el Gran Aberrante. No está por demás recordarlo, ya que cada vez que abre la boca (bocota) el cardenal Ribera no podemos dejar de evocar sus abusos y la manera en que la Iglesia lo solapó.

Desde que Marcial Maciel era muy niño, se dio cuenta que vivía en un país en el que reinaba la doble moral, y se dio cuenta que la Iglesia era el sitio ideal para crear complicidades. Así que en vez de buscar una manera más sana de llevar a cabo su vida, comenzó a chantajear y a abusar de los demás. Cuando en todos lados se empezó a hablar de los abusos de este sacerdote, los que los solapaban comenzaron a temblar de miedo. Todos, menos él, porque sabía que era un hombre con muchas influencias. ¿Quién le iba a hacer algo al padre Maciel, quien había educado a periodistas famosos, empresarios y hasta políticos? Sin investigar, tal vez el cardenal Norberto Rivera le preguntó a su conciencia, y su conciencia le dijo: "¡Ay, pero a quién le importa si es cierto! ¿Qué es más importante: esos supuestos niños abusados o el prestigio de la Iglesia?" Y por eso se la pasó defendiendo a su amigo todo lo que pudo. Y cuando el Vaticano "invitó" al padre Maciel a que se retirara a una vida de oración, el cardenal hizo como que no pasaba nada: "Todo lo que dicen que fue condenado e impedido es puro cuento, porque el documento sólo lo invitó a retirarse a la vida privada. La Iglesia está firme en sus decisiones y sabe con conocimiento, hasta ahora con los elementos que tiene, por qué tomó esa decisión." (La Jornada, mayo 2006)

. "La Iglesia no puede dejar de llamar mal al mal", dijo Norberto, refiriéndose al matrimonioentre el mismo sexo. Entonces, ¿por qué nunca llamó "mal" a los abusos de Maciel? ¿Acaso este sacerdote no era el mal de los males? ¿Por qué si el Cardenal se escandaliza tanto con las bodas gay, nunca apareció escandalizado con las ABERRACIONES que cometía El Aberrante?¡Qué extraña concepción del mal! Pero aún hay mas… El jerarca católico fue tajante: "Las uniones de facto o legaloides de personas del mimo sexo son intrínsicamente inmorales, pues contradicen el proyecto divino, desvirtúan la naturaleza del matrimonio ¿De veras no sabrá Norberto (¡qué nombre tan feo!) que la Constitución está por encima de sus opiniones discriminatorias?
Por último, le recomendamos al Cardenal que se vaya a confesar por haber encubierto al Gran Aberrante y por no entender los tiempos que vivimos. Ahí se lo dejamos a su conciencia…
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